Que las ruinas invitan e inspiran sigue siendo una máxima en la contemplación y elemento destacado del estado de ánimo. Cuando algo no se muestra de forma completa existe tensión en la imagen y el cerebro tiende a recomponer su estructura buscando en la memoria figuras similares. Al representar las cosas de una forma a la que no estamos acostumbrados, se produce inestabilidad, incertidumbre y tensión.
La aparición de una ruina, su presencia y el poder de aniquilación que evocan, las descontextualiza de lo corriente y les confiere el mérito de lo insólito y lo sublime. ¿Empezamos este viaje romántico.?
DATOS DE NAVEGACIÓN
- Inicio: Cañada de Benatanduz
- Acceso: Carretera autonómica A-1072.
- Dificultad: fácil. Atención al nivel de agua que puede, en caso de lluvias antes o durante la excursión, hacer incómodo el vado del arroyo Río Cañada.
- Señalización: PRTE 87, balizado en amarillo y blanco.
- Tiempo real a pie: 1h. 45 m. Circular.
- Distancia: 4 km.
Cañada: espacio expositivo y mental.
Ubicaremos un rincón escondido, pudoroso del Maestrazgo. Incluso habrá que soportar la realidad objetiva del dedo apuntador de un gps. Pero dicho esto, avanzaremos por un territorio sentimental de recodos, encrucijadas y límites.
Piensa en completar una ruina y en reconstruir mentalmente su tránsito entre elevación y derrumbe. Pero no te pido que empuñes una paleta de albañil. Cañada de Benatanduz es un evento emocional exclusivo para quien esté dispuesto a caminar y reconstruir el argumento. Es una exposición. Todo este entorno es tu espacio museístico al que dar contenidos pero sus auténticos límites, los psycogeográficos, serán la organización visual de tus sentimientos. Consulta tu inquietud y tu agenda y emprende tu tour personal. Aunque no alcances a ver o entender la totalidad crea tu realidad aparente, tu relato.
Recomiendo echar un vistazo aéreo -vía Google Maps, por ejemplo- al casco urbano de Cañada de Benatanduz. Aportará una imagen previa de sus barrios, el barranco del río, la ruta circular y por supuesto, una aproximación a su pasado.
Para acceder a la entrada de La Villa, lo ideal es aparcar el vehículo junto al bar-multiservicio La Vega, al lado de la carretera. La ruta pasea por lo más destacado del casco urbano para, de forma circular y cruzando al otro lado del barranco, mostrar algunas vistas más del pueblo.
Las coordenadas de inicio te ubican a la entrada del espolón rocoso en que se asienta el Barrio de La Villa y justo, antes de la Iglesia, siempre inconfundible y fácilmente localizable por su tamaño. Recorre la calle, atraviesa la plaza y asciende hacia los restos del castillo templario, hasta justo el borde del escarpe calcáreo.
Una exposición debe ser algo más que un simple evento informativo. Debe emocionar al visitante, como lo haría una obra de teatro expresionista.
(Chris Dercon. 1958 Lier, Bélgica)
El relato de las ruinas.
Este es el origen, El Monjuí, un puñado de ruinas, reconvertidas en cementerio con los restos de una ermita primigenia. Desde aquí podrás ver, al otro lado del barranco, parte del itinerario y a tu espalda La Villa. Los otros tres barrios, significados por el protagonismo de la carretera, son El Cantón, San Cristobal, y La Magdalena. Los nombres son referencias a su posición, en el caso del primero y a la existencia de sendas ermitas en los dos últimos.
Empieza con los Benatanduz, de origen islámico. Serían el primer poblador en ocupar esta área de territorio de escasa intensidad de poblamiento, y muy disperso. Imagina su espíritu de nuevos colonos, tras recorrer media Hispania empujando cristianos hacia el norte y echar el ancla en un territorio hostil geográfica y sentimentalmente, una extremadura.
Continuando con esta cartografía visual se entra en el siglo XII, tiempos de Reconquista. El ataque y la precaución, sobre todo la precaución, imponen las bases del incipiente urbanismo medieval. Los primeros canteros con el resto de gremios levantaron esas estructuras defensivas sobre la vertical, y bajo el atento control del Temple.
Del Monjui original queda poco. Con la carta de población concedida en 1197 por el Maestre (Maestrazgo, tierra de Maestres), se asegura el repoblamiento y la ocupación. La necesidad de expansión desmantela el pasado templario. Sillares y mampuestos del Monjui acabarán en los nuevos muros de La Villa y en manos de otra orden, la Orden de San Juan o Malta. El mirón del paisaje toma los restos de esas estructuras, más allá de ellos reconstruye la idea, la atmósfera distintiva del lugar y lo esencial para reponer un paisaje atemporal.
Paisaje atemporal.
La Villa es indudablemente el resultado, por acción u omisión, de la actividad humana como respuesta a las necesidades históricas (sociales, económicas, culturales) y su adaptación al medio. Estas se han ido sucediendo por turnos a lo largo de los siglos hasta el momento actual generando un discurso de transformación y también de identidad. Este barrio se convierte en la escena principal, en una batalla ante las fuerzas de la degradación y la conciencia de lo perdido. Para el mirón aparecen constantemente conceptos como vestigio, memoria, restauración, monumento, tiempo pasado, ruina, que dan idea de la batalla.
Desde su centro, La Plaza Mayor, se advierte la expansión demográfica del Renacimiento planteada en términos arquitectónicos por arcos de medio punto, lonja, ayuntamiento, hospital, cárcel, horno. Grandes estructuras, e hitos, en las que personificar el desarrollo. En otras palabras, la existencia de factores positivos atractivos al poblamiento: La lejanía de la amenaza islámica, el comercio lanar, la exención de impuestos, nuevos oficios.
Antes de abandonar La Villa y comenzar el sendero acércate al portón de la Iglesia de la Asunción. A la manera cristiana de lenguaje y personajes hay escrito un pasaje cotidiano. Humanidad, tesón y triunfo forjados en la habilidad de un herrero del Barroco y encerrados en personajes arquetípicos: el león, la serpiente, San Cristobal y Santa Bárbara. El mal personificado en la serpiente es pisoteado por el león. Por si fuera poco a este hecho lo acompañan el desprendido Cristobal y la firme Bárbara, convertidos ambos en santo y santa respectivamente. Aproxímate otro paso, en el espacio del viaje, aprecia el sedimento del tiempo en la herrumbre que los va cubriendo.
Desde este punto localiza el poste de señalización para iniciar la segunda parte del tour, rodea los edificios hacia las fachadas sureste empujadas al barranco del río. Un estrecho sendero se mueve hacia la izquierda directamente bajo los restos del baluarte templario. Allí enfrente, al otro lado, y hacia abajo, tienes las ruinas del molino harinero.
En ocasiones el trazado es muy obvio y en otras zigzaguea confuso hasta alcanzar el lecho del río. Vadealo.
Humanidad, tesón y triunfo forjados en la habilidad de un herrero del Barroco y encerrados en personajes arquetípicos: el león, la serpiente, San Cristobal y Santa Bárbara. El mal personificado en la serpiente es pisoteado por el león.
Viaje y espacio personal.
Es difícil determinar, desde un punto de vista psicológico, qué aspecto del paisaje parece mayor, el que se contrapone a una amplia extensión de espacio o aquel que siendo relativamente pequeño, súbitamente encuentras al cambiar de escala. Ya advertí al inicio que esta es tu tarea y tu relato, no el mío. Tu protagonizas la narración desde tu postura individualista reconstruyendo tu espacio humano (reto, seguridad, euforia, rechazo, etc).
En ocasiones proximidad y en otras la lejanía son el norte y sur mental del mirón y caminante. De hecho los objetos, según tu posición se muestran o esconden, proporcionándote riqueza al relato. La revelación es gradual, paso a paso, pero también la sensación de anticipación bajo sus formas de inspiración o sorpresa.
Tras vadear el río asciendes firme por la ladera hasta que el sendero alcanza una pista y continua por ella hacia el sur. Transitas entre campos de cultivos, secanos frescos que hicieron a Cañada reconocida por la calidad de sus patatas. Recuerdo la anécdota que una tarde me contó un anciano de Molinos, pueblo del bajo Maestrazgo, próximo ya al Bajo Aragón de donde era habitual subir en mulas cargados de patatas para hacer el trueque de doble de patatas normales por su mitad en patata para siembra de Cañada. Que “en todo hay estafa” me dijo, explicándome como llegó a descubrir que las mismas patatas que subía, eran las que otro bajaba pero reducidas a la mitad.
Continuando y poco después, encontraras otro poste, una encrucijada. La encrucijada es otro lugar común, otro hito en el que detenerse, un punto físico-temporal donde emoción y vigilancia conectan.
Recomiendo continuar por la opción más corta mediante un giro brusco hacia la derecha y evitando la propuesta que continua hacia San Cristobal. El pedregoso sendero va rodeando esta vez hacia la izquierda en dirección al fondo del barranco. Se abren de nuevo las vistas al pueblo, colgando sobre la ladera. La figura del sendero se convierte en un itinerario físico y mental, en un recorrido que conecta espacios (naturales, arquitectónicos, históricos) con la mirada y sus argumentos. En ese tránsito y a lo largo de él, adquiere un significado muy personal.
Has alcanzado la orilla del río, vadéalo caminando sobre unos bloques -sencillo- y finalmente asciende hacia La Villa.
Caminar: de la percepción a la interpretación.
El acto de andar y la acepción del paseo como su concepción mental, implica una reposición no física pero sí reflexiva del lugar. En lenguaje actual, pasear se convierte en la captura, edición y retoque de la experiencia -de la percepción a la interpretación-. Me gusta especialmente la metáfora que emplea Santiago Beruete: (Jardinosofía. Una historia filosófica de los jardines. 2016), asociando un sendero perimetral de un jardín con la costura que unía a este con el paisaje circundante. Esa costura serpenteante determina el orden y la presencia de las diferentes perspectivas a contemplar. El paseo puede romper ese orden en un acto de rebeldía, pero también reseguirlo completando sus sugerencias.
De nuevo el paisaje adaptado, donde una cascada de parcelas de cultivo descienden en sentido opuesto al nuestro. Ahora poco queda de su manejo excepto su orografía y las piedras de sus escalonados muros. Pero puedes restaurar su memoria reconstruyendo esfuerzos, imaginando sobre el pueblo humeantes chimeneas de bulliciosas casas y partidas Carlistas que de madrugada parten al asalto de caminos. Cada imagen observada son conjeturas y reconstrucciones alrededor de, un referente espacio-temporal, una contradicción social, la nostalgia de un origen, lo sublime.
Finalmente alcanzas La Villa justo en su calle de entrada que la separa del Barrio del Cantón. Al retornar al coche, atraviesas las expansiones urbanísticas del siglo XVIII-XIX, último coletazo poblacional y arranque de un conjunto de infortunios que condujeron al pueblo y al Maestrazgo en general, al agotamiento y colapso de sus estructuras productivas y sociales. La falta de actividad fue primero despoblando La Villa hacia el exterior de su escarpado relieve y creando los nuevos asentamientos. Para finalmente tras la Guerra Civil y el desarrollo industrial , ir vaciando el pueblo entero.
Genius Loci del viaje.
¿Dónde reconocemos el acento de una tierra ?.¿Debe ser una caracterización esquemática consensuada? ¿Tal vez un fragmento emocional? ¿El primero que se despertó en nosotros?
Ya he adelantado en otro artículo que en el siglo XVIII, se reinventó la idea del Genius loci, como la musa inspiradora del arte romántico. Pero hay una grieta en la armadura. Buscar la quintaesencia, el genio del lugar, puede ser no solo inspirador si no también subversivo, incluso manipulador. Un nuevo estadio del capitalismo basado en la mercantilización del tiempo, la cultura y la experiencia de vida.
Actualmente todo el mundo se afana en el negocio de envasar experiencias culturales y de estas el turismo es el ejemplo más claro de mercantilización. Thomas Cook, visionario y pionero, del siglo XIX, entre otras cosas, fue capaz de transformar el viaje cultural en experiencial y advirtió que triunfar exigía transformar la relación comprador-vendedor en otra de proveedor-usuario. La mercantilización y el acceso masivo (tecnología y paisajización) han derivado en una “teatralización y fabricación de experiencias evocadoras, uniformes y predecibles” (Jeremy Rifkin 2000. La era del acceso).
No digo que lo anterior haya significado el fin, sino que la dirección de la adaptabilidad no siempre es la oportuna. Facultar el acceso masivo a ciertos lugares los despoja de su rasgo extraordinario y acerca lo ordinario a lo salvaje -que no es lo mismo que alcanzar lo salvaje-. Pero esta opinión es pura controversia y mejor la dejamos para otra ocasión porque si has llegado hasta aquí, habrás concluido la construcción de tu relato. Disfrútalo.
Datos de interés.
El acceso en coche tanto si es por el sur o por el norte, va antecedida de bellos pueblos como Cantavieja y Villarluengo históricamente muy vinculados con Cañada de Benatanduz.
Esta excursión compone un viaje completado con la visita a Mirambel y estancia en esta población , de tres días de duración. Consulta detalles aquí abajo.
- Fechas: 25-27 / 03
- Alojamiento: 2 noches **** Las Moradas del Temple. Media pensión.
- Excursiones: El Cabezo de Mirambel, La Cañada de Benatanduz.
- Dificultad: A / B fácil /moderado. Siempre será posible tomar atajos o acortar itinerarios según la situación.
- Mochila: Simplemente las cosas del día.
- Escenarios: media montaña, bosque mediterráneo, revueltas sociales y vida, acción erosiva del agua.
- Precio: € 230/pp. Compartiendo habitación doble. Descuento para parejas.
- Conectando paisaje y emoción: “Cañada de Bentanduz, la Ruina y el viajero romántico”, junto con “Mirambel, Psycogeografia del Maestrazgo” es la sugerencia de The Eye is Delighted para caminar y conocer de forma exclusiva y con otra mirada, el territorio. Un manual sobre el Laberinto de Silencio (Maestrazgo).
Interesados más info en: